My Work

Friday, December 20, 2019

Viajero

Yo realmente creo que podemos cruzar cualquier frontera, por inalcanzable que parezca; al igual que el tiempo, que no avanza inmutable como creemos. No es esa flecha que viaja imperturbable hacia el mañana. Fluye como un río, y lo único que lo frena es el empedrado de la gravedad. El reloj del transbordador espacial, trescientos kilómetros arriba de nosotros, nos llevará un segundo de ventaja dentro de un siglo.

La gravedad transforma el tiempo. Eso quiere decir que, para alterar el tiempo, todo lo que hay que hacer es manipular la gravedad. Dudo que eso sea imposible. Bienvenido quien sea bueno con las matemáticas.

Pero piénsalo. Si lo lográramos, podríamos aprovechar para transformar todo lo que no ha funcionado, viajar al mundo del hubiera y editarlo. Aprender de esos errores y cambiar el futuro. ¿Podríamos cambiar el teñido de sangre de la historia por el de la paz? ¿Qué cosas valdría la pena cambiar en el pasado? ¿Sería posible hacer un cambio sin alterar el curso general de la historia o disminuir la ya insignificante posibilidad de que nacieras y borrar tu propia existencia? ¿Cómo viviríamos hoy si alguien regresara a matar al niño Hitler? El malo en una historia no es el mal mismo, ni el Diablo encarnado. Es sólo otro ser humano. Torcido, perverso, dañino e indeseable, pero es una persona. ¿O deja de serlo cuando degrada la expectativa de una persona? ¿Qué haríamos si tuviéramos una máquina del tiempo? ¿Corregiríamos cosas o lo echaríamos todo a perder de nuevo? ¿Cuál sería el criterio para determinar un suceso que debería ser cambiado y cómo podrías evaluar o dimensionar las consecuencias de haberlo alterado?

Podemos cambiar la historia, con o sin máquina del tiempo. Pero si estamos irremediablemente atrapados en este río que es el espacio-tiempo, podemos jugar con las ideas de sus posibilidades. Para viajar en el tiempo necesitaríamos construir una máquina que aprovechara las ondulaciones de la "superficie" del río para navegarlo en la dirección que optemos. A esa máquina me la imagino como una cabina o una cápsula que pueda alcanzar velocidades que se acerquen a la de la luz. El problema si juegas a las carreritas contra la luz, es que tu masa se incrementará cada vez más, y eso impedirá que seas más veloz, porque requerirás cada vez más energía. Como lo dijo Tesla, al final todo se trata de energía, frecuencia y vibración. Para entonces, ya tendríamos que haber comprendido las tres por completo.

Entonces, necesitamos dos cosas para construir nuestra máquina del tiempo: el raro material para recubrirla y un tanque lleno de energía infinita como combustible. Todo fuera como eso.

Pero antes, podríamos hacer otra cosa. Cruzar otra frontera. Si ya mandamos un disco al espacio, "Los sonidos de la Tierra", en el Voyager 1, ¿por qué no mandar ahora un libro? "Un mensaje de paz de la Tierra al Universo". Lo que me intriga de esta idea son tres cosas. Primero habría que determinar de qué tipo de formato de "libro" hablamos, uno que resista el viaje; luego, habría que definir el mensaje que contendría; finalmente, el reto sería encontrar el lenguaje visual para traducir ese mensaje en imágenes que pudiera comprender un alienígena.

"A quien corresponda:
Hola. Nosotros somos los humanos. Somos curiosos y nos gusta aprender. ¿Cómo le hace tu especie para no autodestruirse? ¿Quieres conocernos? No vengas a invadirnos, mejor ven a visitarnos. Mira qué bonito lugar, mira qué —ejem— bonita gente. Toma, prueba el mezcal. A esto huele la lluvia. Fuma esto, quédate con la pipa. Te esperamos, tenemos mucho que platicar. Llámanos. Saludos desde la Tierra."


No imagino una mejor bienvenida para cualquier foráneo del barrio estelar. Yo desde luego que aceptaría la invitación.